jueves, 9 de mayo de 2013

Un seiscientos hippie

Hace un par de días iba conduciendo sola por una carretera secundaria, ni siquiera nacional, una provincial. Estaba algo bacheada, muy remendada, con muchos parches de colores grises y negros en el asfalto por los remiendos hechos en distintas épocas, sin arcenes, con apenas algún camión en todo el trayecto...
Después de estar toda la mañana haciendo papeles (aunque siempre falte alguno), tarea que no suele ser muy agradable, me dirigía a comer a casa de una vieja amiga (que no es lo mismo que una amiga vieja, jeje) por ese atajo; nunca antes había ido por ese camino.
Mis gafas oscuras de sol resaltaban los tonos primaverales del paisaje, aunque parezca mentira. Llevo observando algunos días que la naturaleza nos ofrece en esta época del año tonos asombrosos de verdes y amarillos brillantes, sobretodo en los campos, aparte de la gran gama de color de las flores.
La carretera parecía un dibujo hecho con mina gorda en medio de la exhuberante flora, una inerte línea gris que partía en dos el paisaje vivo.
A lo lejos, diviso un vehículo blanco, pequeño, medio lento. Al principio dudo si es un seiscientos o es un citroen. ¡Un citroen! Lo reconozco perfectamente porque mi abuelo tenía uno azul clarito hace años... y mi memoria lo recuerda como parte de mi infancia. Conforme se iba acercando, mi cara iba esbozando una mueca sonriente y de cierto asombro, al ver que estaba todo ataviado con símbolos hippies y psicodélicos de paz y amor. ¡Cómo mola! - pensé.
¡Fue tan raro y tan maravilloso cruzarme con él! Fue una de esas cosas que no te esperas, que por esa carretera casi inhóspita pasara aquel ejemplar de coche antiguo, y más transmitiendo esa filosofía hippie o ese mensaje de paz y amor, jeje. Supongo que cabe perfectamente en "cosas que le hacen a uno sonreír".

No hay comentarios:

Publicar un comentario