Era primeros de Octubre. Salí tarde de trabajar. Esos momentos "mágicos", después de las doce de la noche, y antes de la una del día siguiente, son "la hora cero", cuando más respeto me da conducir...
Por entonces, ya anochecía antes, y también se notaba que el frío estaba llegando poco a poco. Algún banco de niebla baja sorprendía en mitad de una recta, o al girar una curva.
A esas horas, poca gente transitaba por aquella carretera secundaria. De hecho, no recuerdo si en esa ocasión me crucé con uno o con ningún vehículo que, en el mismo o en el sentido contrario, compartiera esa nacional que unía pueblitos tan pequeños. Lo cual, el hecho de que nadie más lo viera, hace que esto fuera algo más "increíble".
Estaba algo cansada, pero no demasiado somnolienta. Aunque para evitar una cabezada o un silencio incómodo que le diera rienda suelta a mi cabeza para pensar en misterios, iba acompañada de música.
Llevaba las largas, para visualizar mejor el camino y romper con la oscuridad desde una mayor distancia, alternando con las cortas para curvas, cambios de rasante, zonas de niebla, o con mejor visibilidad. Lo común.
Hasta ahora, ningún animalejo se había cruzado en mi camino por esas carreteras, a excepción de algún conejo, alguna liebre, o como mucho algún ratoncillo. Pero, esa noche, para mi sorpresa, "se me apareció" (o yo se le aparecí) o "encontré" (no sabría bien qué término utilizar...), uno muy especial.
Faltaban apenas 20 km para llegar a casa, tan sólo una aldea y un paraje, y el próximo pueblo sería mi destino. Estaba en una recta, cuando, a lo lejos diviso que hay algo en mitad de mi carril. Pensé que podría ser una liebre o un conejo, o cualquier otro animal similar. Parpadeé intermitentemente con las luces del coche unas cuantas veces, pero no reaccionaba.
Conforme me iba acercando, seguía alternando las luces, y frenando. Ese animal parecía más grande que lo que había pensado en un principio, pero aún no sabía qué era. Me resultaba muy extraño que no reaccionase, pero advertí que su cabeza no estaba mirando hacia mí; yo no veía el brillo de sus ojos, y por eso mis luces no le molestaban. ¿Estaría sordo/a? ¿Estaría herido/a?
Cada vez estábamos más cerca, y él/ella no reaccionaba... por lo que reduje la velocidad todo lo que pude, intentando evitar un choque, atropello, o cualquier cosa parecida.
Oh sí, era bastante más grande que un conejo. Aún permanecía parado/a. Podía verle el cogote. ¿Eso eran plumas? Tenía forma de ave. Era un ave. Su figura se parecía mucho a la familia de los búhos, con una cabeza redondeada.
Empecé a pitar, para que se desplazase, andando, volando, como quisiera, como pudiera... Pero nada de nada. No reaccionaba...
Frené mi coche ya de una vez, en seco (dentro de que ya llevaba una velocidad muy reducida).
Estaba ahí totalmente parada en mitad de la carretera.
Desde que comencé a frenar había bajado la música, casi por inercia, para dedicar toda mi atención a la vía, y al momento, por lo que el silencio ahora sí me acompañaba, arropando esa insólita escena para mí, junto con la oscuridad y el frío de la noche.
Paré muy cerca de él/ella, casi justo en los límites de lo que llamaríamos el "espacio personal". Me incliné un poco esperando ver algo más. Su tamaño llegaba a la matrícula de mi coche. Tenía como un plumaje marroncito. Permanecía ahí, sin inmutarse ni con mi presencia, ni con mi cercanía. Quieto/a, inmóvil. Yo dejé las mínimas luces encendidas para no molestarle tanto.
En esa corta distancia, me parecía inminente que el animal girase su cabeza, y encontrarme de frente unos enormes e impactantes ojos. ¿¡Ojos de búho!? Eso es lo que esperaba.
Es cierto que he observado por el día varias veces en esa zona algo parecido a un halcón surcando el cielo a su antojo, como dueño y señor del territorio; pero, en esta ocasión, mi vista quería reconocer el borde de unas pequeñas y puntiagudas orejitas de búho...
Aguantaba expectante para aquel instante, mientras pasaban los segundos... Deseaba ya encontrarme con esos ojos, ver su tamaño, su pico, comprobar si su pechera era blanca...
De repente, el animal desplegó a la par sus alas, en un gesto firme de grandiosidad, rompiendo con aquella paralizada escena, rasgando la quietud de aquel cuadro nocturno, como poniendo fin a un hechizo, mostrándome su envergadura. Y se dignó a alzarse en vuelo, ¡sin mirar atrás! Me dejó sin ver su mirada, esos ojos, enormes ojos que llevaba imaginando y esperando desde el primer momento en que vislumbré su figura...
Ahora me faltan adjetivos para calificar su vuelo, pero en ese momento, me asombró su magnificencia, su majestuosidad...
Salió volando en oblicuo hacia delante, permitiéndome ver sus alas extendidas a través de la luna delantera por muy poco tiempo, y se perdió entre la oscuridad...
Fue entonces cuando retomé mi camino, "flipando" todavía, boquiabierta por aquel momento fastuoso que la naturaleza había puesto en mi camino, digno de cualquier sueño o fantasía, por la hora que era, y por toda la simbología que quienquiera puede adjuntarle. Pues el búho se considera en algunas culturas o tradiciones un elemento de suerte, superstición, augurios, etc.
Es una pena que, esos segundos que ahora describo y pueden parecer más largos, al igual que a mí se me hicieron en cierto modo largos, fueron breves en realidad, y por tiempo, y por precisamente ese estado de asombro-sorpresa, incredulidad-confusión, junto con el juego de luces y sombras, y medio sueño-cansancio, no pudiera fijarme en más detalles para definirlo mejor... Lo lamento.
Pero me gusta guardar la vivencia como algo impresionante, impactante si queréis, como un momento de esos que me gusta compartir, y más con personas que sé que aman estos momentos que nos sorprenden, tanto o incluso más que yo. :) :) :)
Días después, comenté aquel acontecimiento con algunos conocidos. Algunos, me dijeron que podría ser un chotacabras, porque suelen hacer sus nidos a nivel de suelo. Pero busqué información en internet, (y aparte de encontrarme con "cuarto milenio"), son demasiado pequeños, y tienen una cabeza demasiado pequeña y nada redondeada comparada con el ave que yo ví... Si bien el plumaje podría tener algo que ver...
Otra persona me dijo que podría tardar en irse, como buen depredador nocturno, si tenía algo entre sus piernas, como si hubiera cazado algo... Pero yo no le ví nada entre las piernas, ni estaba comiendo, ya que su cabeza permanecía fija en la misma dirección, no estaba picoteando nada... y en todo caso pienso que hubiera huído con su presa para que no se la quitaran...
Y finalmente, un compañero que comparte esa carretera casi a diario, me dijo. "¿Por esa zona? ¿Uno así, grandote? Sí, claro, yo le he visto algunas noches por ahí"... Supongo que es ese...
¡Vaya! Osea que no he sido la única. Existe... :)
Me quedé con la duda de saber qué animal era... Pero de momento, ese misterioso animal, que por lo visto ronda aquella zona cerca de la aldea, para mí será, al menos, y de momento... "El guardián de la noche"...