El pasado 8 de marzo, se celebró el "día de la mujer" (aunque las mujeres sean mujeres todos los días). Pensé publicar la historia que conmemora este día, (es probable que ya la conozcáis), la guardaré para el próximo año, y aquí os dejo mi experiencia de esta ocasión.
Me trasladé a otra ciudad para asistir a una mesa redonda que me pareció el más interesante de los actos que había visto publicitados para ese día. Se trataba de mujeres de diferentes cuerpos de seguridad del Estado. Suponía que iban a contar su experiencia como mujeres, en esos cuerpos en los que la mayoría son varones, y además se da por hecho que tienes que reunir unos requisitos físicos "poco femeninos", entre otros mitos.
Cuando casi estaba finalizando el acto, ya habían hablado sobre si se habían sentido discriminadas negativa o positivamente, habían hablado de sus satisfacciones personales y profesionales, que las habían tratado como un igual, etc. les hicieron la siguiente pregunta: "¿Alguna vez habéis tenido miedo?"
Y entonces, una de ellas, hizo una "inocente" pregunta: "¿Miedo a qué?". Todos entendimos que se refería a que no había a qué tener miedo, ni por qué tenerlo, y nos pareció una pregunta que a su vez era una respuesta genial, ingeniosa, clara, determinante, firme y valiente. Tras un breve pero intenso silencio, aplaudimos satisfechos/as con la respuesta, como si con eso se hubiera respondido solo, tapando la boca...
Pero ella siguió preguntando, "pero ¿miedo a qué?", y todos rieron de nuevo. "En serio, ¿miedo a qué?"... "¿Puedes decirme a qué te refieres?"... Las risas fueron cesando poco a poco, proporcionalmente al número de veces que repetía esa pregunta... pues por el tono y las repeticiones, todos dudamos ya si se trataba de que realmente no había entendido la pregunta, y quería que se la repitieran, o estaba abusando de esa afirmación en forma de perspectiva irónica, para reivindicarlo aún más, aunque lo que hacía un poco era que perdiera valor y significado... y que variase el sabor de esa despedida del evento... por quedarnos con la duda.
En cualquier caso, quería compartirlo porque fue un suceso curioso, realmente anecdótico, y como podemos quedarnos con la parte que queramos, extraigo el mensaje positivo de que no hay por qué tener miedo de las cosas, (obviamente tanto seas hombre como mujer) y que cuando empiezas a conocer algo, ese miedo va desapareciendo, y no importa el qué dirán, sino tu propio aprendizaje, tus propias experiencias como comentábamos en la entrada de Carl Rogers.
No podemos llevar el miedo como bandera, delante de nosotros como personas, ante las situaciones... Y de nuevo repito esa pregunta para reflexionar...¿Miedo a qué? ¿A qué tenemos miedo?
Me trasladé a otra ciudad para asistir a una mesa redonda que me pareció el más interesante de los actos que había visto publicitados para ese día. Se trataba de mujeres de diferentes cuerpos de seguridad del Estado. Suponía que iban a contar su experiencia como mujeres, en esos cuerpos en los que la mayoría son varones, y además se da por hecho que tienes que reunir unos requisitos físicos "poco femeninos", entre otros mitos.
Cuando casi estaba finalizando el acto, ya habían hablado sobre si se habían sentido discriminadas negativa o positivamente, habían hablado de sus satisfacciones personales y profesionales, que las habían tratado como un igual, etc. les hicieron la siguiente pregunta: "¿Alguna vez habéis tenido miedo?"
Y entonces, una de ellas, hizo una "inocente" pregunta: "¿Miedo a qué?". Todos entendimos que se refería a que no había a qué tener miedo, ni por qué tenerlo, y nos pareció una pregunta que a su vez era una respuesta genial, ingeniosa, clara, determinante, firme y valiente. Tras un breve pero intenso silencio, aplaudimos satisfechos/as con la respuesta, como si con eso se hubiera respondido solo, tapando la boca...
Pero ella siguió preguntando, "pero ¿miedo a qué?", y todos rieron de nuevo. "En serio, ¿miedo a qué?"... "¿Puedes decirme a qué te refieres?"... Las risas fueron cesando poco a poco, proporcionalmente al número de veces que repetía esa pregunta... pues por el tono y las repeticiones, todos dudamos ya si se trataba de que realmente no había entendido la pregunta, y quería que se la repitieran, o estaba abusando de esa afirmación en forma de perspectiva irónica, para reivindicarlo aún más, aunque lo que hacía un poco era que perdiera valor y significado... y que variase el sabor de esa despedida del evento... por quedarnos con la duda.
En cualquier caso, quería compartirlo porque fue un suceso curioso, realmente anecdótico, y como podemos quedarnos con la parte que queramos, extraigo el mensaje positivo de que no hay por qué tener miedo de las cosas, (obviamente tanto seas hombre como mujer) y que cuando empiezas a conocer algo, ese miedo va desapareciendo, y no importa el qué dirán, sino tu propio aprendizaje, tus propias experiencias como comentábamos en la entrada de Carl Rogers.
No podemos llevar el miedo como bandera, delante de nosotros como personas, ante las situaciones... Y de nuevo repito esa pregunta para reflexionar...¿Miedo a qué? ¿A qué tenemos miedo?
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