En la vida hay algunos momentos en los que nos sentimos decepcionados, sobretodo cuando se trata de personas (amigos, parejas, familiares...), de las que esperábamos algo, y al final no hemos obtenido ese algo, o hemos obtenido algo diferente, o prometieron algo y no lo cumplieron. O de fases, procesos, en los que tenemos expectativas muy altas, y luego no llegamos (superar un examen, llegar hasta algún sitio, etc.), nos decepcionamos a nosotros mismos, y eso hace que no nos gustemos, y que perdamos la confianza, entre otras cosas.
Por lo general, un pensamiento para anular esa "ilusión", es no esperar nada de nadie. Así, si ganamos algo bien, y si no, pues ya estábamos hecho a esa idea. De nuevo recuerdo la frase de mi padre "nunca te ilusiones demasiado con nada ni con nadie, pero tampoco te decepciones demasiado por nada ni por nadie", como si existiese una medida justa para equilibrar nuestras emociones y sentimientos, que son al fin y al cabo los que maximizan o minimizan el impacto o la reacción que podemos tener a raíz de un hecho que es objetivo en sí mismo, pero que lo subjetivamos, afecta a nuestro estado de ánimo, y esa experiencia de vida influye también en nuestro autoestima.
Aparte, aunque no esperemos nada de nadie, se da otra circunstancia que es que demos algo por supuesto, o que sea un hecho ya, algo que hemos tenido toda la vida, y de repente, da un giro abismal, 180 grados, nos pilla por sorpresa, se va, desaparece, nos falla... (una muerte, un accidente, rachas, golpes de mala suerte, ausencias, distancias, una ruptura inesperada, algo que pensábamos que era verdad y ha sido mentira todo el tiempo, descubrir que no era un amigo/a de verdad...) Y nos decepcionamos con la vida en general, como si esperáramos otras cosas de ella... pero es absurdo luchar contra el tiempo y los contratiempos, y cosas o hechos ajenos en cualquier caso a nuestra voluntad.
Volvamos al tema principal. La decepción. ¿Qué sentimos cuando nos decepcionan? ¿Cómo nos encontramos cuando nos sentimos decepcionados? Tristeza, entre otras cosas. Mucha tristeza. Frustración e impotencia. Estupidez, quizás... por haber confiando, por haber esperado algo, por haber dado algo por supuesto, por haber creído que...
Ya sea que nos hemos decepcionado a nosotros mismos, o nos han decepcionado. Puede, que si nos piden perdón, o si nos perdonamos a nosotros mismos, se suavice un poco. Pero para eso, primero hay que sentirlo, pedirlo, y concederlo...
Pero en ningún caso somos estúpidos/as por eso. Somos humanos. Podría aceptar humildes, o demasiado confiados, o pecar de ingenuos en exceso... Pero la idea de que somos estúpidos sólo nos cerrará puertas a nosotros mismos. Hay que borrarla, aunque al principio tengamos ese sentimiento, por la rabia.
Seguramente estamos tan sumidos en nuestras penas y tristezas, que no pensamos en que nosotros también podemos decepcionar a otras personas. Y ellas se sentirán igual de tristes (y el resto de sensaciones que hemos comentado) que cuando nosotros hemos experimentado una decepción. A veces lo hacemos sin querer, tampoco sabemos qué esperan de nosotros o de qué manera les ha podido afectar algo que no teníamos intención de que fuese malo para nadie. Igual de comprensivos/as debemos ser cuando alguien nos causa daño sin querer.
La decepción tiene fases, no soy profesional en estos términos, pero estoy segura. O tiene fases, o ella en sí misma en una fase dentro de otro proceso, como por ejemplo de aceptación.
Puede ser un estado prolongado, pero todo depende de la fortaleza con la que asumamos lo ocurrido. Llorar si hay que hay que llorar, o gritar para desahogarnos, ... nos haremos cuestiones de ¿por qué? ¿por qué a mí? ¿por qué esta persona...? incluso habrá quien maldiga, o se maldiga a sí mismo... Pero una vez descargados, tranquilos, y con el tiempo, aunque no perdonemos (que ese es otro asunto), asumiremos esa decepción como una lección más en nuestro camino, otra oportunidad, otro cambio, ... y cicatrizará, y seguiremos adelante.
No podemos vivir eternamente en la tristeza, ni en la ira, ni en el rencor, ni tampoco tener por norma o como escudo la idea de que todo el mundo nos puede decepcionar, o que podemos decepcionar a todo el mundo... aunque haya posibilidades u opciones de que nos ocurra alguna vez. Todos somos imperfectos, y hay que aprender a vivir con esas imperfecciones. No generalizar, dar nuevas oportunidades, limpiarnos espiritual o emocionalmente, y continuar el camino de la vida, con las sorpresas que nos depare, buenas y malas...
Por lo general, un pensamiento para anular esa "ilusión", es no esperar nada de nadie. Así, si ganamos algo bien, y si no, pues ya estábamos hecho a esa idea. De nuevo recuerdo la frase de mi padre "nunca te ilusiones demasiado con nada ni con nadie, pero tampoco te decepciones demasiado por nada ni por nadie", como si existiese una medida justa para equilibrar nuestras emociones y sentimientos, que son al fin y al cabo los que maximizan o minimizan el impacto o la reacción que podemos tener a raíz de un hecho que es objetivo en sí mismo, pero que lo subjetivamos, afecta a nuestro estado de ánimo, y esa experiencia de vida influye también en nuestro autoestima.
Aparte, aunque no esperemos nada de nadie, se da otra circunstancia que es que demos algo por supuesto, o que sea un hecho ya, algo que hemos tenido toda la vida, y de repente, da un giro abismal, 180 grados, nos pilla por sorpresa, se va, desaparece, nos falla... (una muerte, un accidente, rachas, golpes de mala suerte, ausencias, distancias, una ruptura inesperada, algo que pensábamos que era verdad y ha sido mentira todo el tiempo, descubrir que no era un amigo/a de verdad...) Y nos decepcionamos con la vida en general, como si esperáramos otras cosas de ella... pero es absurdo luchar contra el tiempo y los contratiempos, y cosas o hechos ajenos en cualquier caso a nuestra voluntad.
Volvamos al tema principal. La decepción. ¿Qué sentimos cuando nos decepcionan? ¿Cómo nos encontramos cuando nos sentimos decepcionados? Tristeza, entre otras cosas. Mucha tristeza. Frustración e impotencia. Estupidez, quizás... por haber confiando, por haber esperado algo, por haber dado algo por supuesto, por haber creído que...
Ya sea que nos hemos decepcionado a nosotros mismos, o nos han decepcionado. Puede, que si nos piden perdón, o si nos perdonamos a nosotros mismos, se suavice un poco. Pero para eso, primero hay que sentirlo, pedirlo, y concederlo...
Pero en ningún caso somos estúpidos/as por eso. Somos humanos. Podría aceptar humildes, o demasiado confiados, o pecar de ingenuos en exceso... Pero la idea de que somos estúpidos sólo nos cerrará puertas a nosotros mismos. Hay que borrarla, aunque al principio tengamos ese sentimiento, por la rabia.
Seguramente estamos tan sumidos en nuestras penas y tristezas, que no pensamos en que nosotros también podemos decepcionar a otras personas. Y ellas se sentirán igual de tristes (y el resto de sensaciones que hemos comentado) que cuando nosotros hemos experimentado una decepción. A veces lo hacemos sin querer, tampoco sabemos qué esperan de nosotros o de qué manera les ha podido afectar algo que no teníamos intención de que fuese malo para nadie. Igual de comprensivos/as debemos ser cuando alguien nos causa daño sin querer.
La decepción tiene fases, no soy profesional en estos términos, pero estoy segura. O tiene fases, o ella en sí misma en una fase dentro de otro proceso, como por ejemplo de aceptación.
Puede ser un estado prolongado, pero todo depende de la fortaleza con la que asumamos lo ocurrido. Llorar si hay que hay que llorar, o gritar para desahogarnos, ... nos haremos cuestiones de ¿por qué? ¿por qué a mí? ¿por qué esta persona...? incluso habrá quien maldiga, o se maldiga a sí mismo... Pero una vez descargados, tranquilos, y con el tiempo, aunque no perdonemos (que ese es otro asunto), asumiremos esa decepción como una lección más en nuestro camino, otra oportunidad, otro cambio, ... y cicatrizará, y seguiremos adelante.
No podemos vivir eternamente en la tristeza, ni en la ira, ni en el rencor, ni tampoco tener por norma o como escudo la idea de que todo el mundo nos puede decepcionar, o que podemos decepcionar a todo el mundo... aunque haya posibilidades u opciones de que nos ocurra alguna vez. Todos somos imperfectos, y hay que aprender a vivir con esas imperfecciones. No generalizar, dar nuevas oportunidades, limpiarnos espiritual o emocionalmente, y continuar el camino de la vida, con las sorpresas que nos depare, buenas y malas...
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