La semana pasada, una compañera expuso un tema sobre la importancia de las abejas para la vida en la tierra. Dicen, que si las abejas se extinguieran, la vida en la tierra tan sólo podría aguantar unos cuatro años. Es impresionante este dato. Y no lo dice cualquiera, está basado en estudios. ¿Qué pasaría si desaparecieran las abejas? No sólo se agotarían los productos de la miel y derivados, sino que al no polinizar las flores, los cereales, etc. no podriamos producir muchos alimentos para el consumo y sustento tanto alimenticio como económico, humanos. Y al no regenerarse la flora, otros animales que dependen de ella también irían desapareciendo por falta de alimento o por desaparición de hábitats. Y habría menos plantas, más falta de dióxido de carbono... Son sólo algunos ejemplos, de las muchas consecuencias que tendría su desaparición. Podéis buscar más en internet. Y el caso es que por distintos factores, su población se está reduciendo (pesticidas, cambio climático, enfermedades, etc.)
Éste insecto, me hizo recordar un texto que tenía por aquí guardado desde hace tiempo... Concretamente la foto la tomé hace un año. Y aunque esté un poco desmoronado aún, espero que pueda transmitiros la idea sobre la importancia de las "pequeñas cosas"
Estábamos en uno de esos pequeños "paraísos naturales" que no siempre aparecen en las guías turísticas, pero que tienen un encanto especial, y en donde puedes reestablecer tu conexión con la naturaleza, como un pequeño caprichito necesario para volver a encontrar un equilibrio, una sintonía, que todo el mundo podría y debería hacer. Tuvimos un par de encuentros con algunas especies animales, que nos hicieron disfrutar de momentos emocionantes, aunque no es de ello de lo que quería hablaros.
Mi reflexión se centra especialmente en el encuentro con esta mariquita. Un bicho pequeñito, que recuerdo haber conocido desde pequeña, por haber crecido en una población agrícola y con gran cercanía territorial al campo. Al verla en esta ocasión, me dijeron que era raro hoy en día encontrarse una mariquita, porque con los insecticidas, pesticidas, etc. no había tantas. Me sorprendió bastante... Creía que, como cuando era pequeña, era muy normal encontrarlas al salir al campo, o en algún parque, cuando les poníamos al lado el dedo (igual que hice en esta ocasión, no pude evitarlo), se subían, y al llegar a la punta del dedo, echaban a volar.
Eso me hizo reflexionar de nuevo sobre la importancia de las pequeñas cosas, en un sentido muy amplio, ya no en las pequeñas cosas del día a día sino en... ¿Y si de repente, las pequeñas cosas, al igual que las mariquitas, u otras especies que parecen insignificantes, pero que forman parte de un ecosistema que tiene su propio equilibrio e importancia con el resto de la tierra, dejaran de existir? Puede que no nos demos cuenta de que falta un ejemplar, de que la población ha descendido, de que la cantidad es menor, no echarlas de menos en una temporada, pero... ¿qué consecuencias tendría al final? ¿nos daríamos cuenta entonces y sólo entonces cuando ya no tuviera remedio, cuando ya sea el final?
Hay enfermedades realmente peligrosas o alarmantes que son provocadas por seres insignificantes, por bichitos pequeñitos, y supongo que por microorganismos (de lo que yo no puedo hablar porque la verdad de eso no tengo idea!). Por ejemplo, hablemos del mosquito que ocasiona la fiebre amarilla, el que provoca el paludismo, etc., enfermedades por las que, sobretodo la segunda, hoy en día mueren aún muchísimos niños sobretodo en África.
Si en un barco hay una pequeña grieta, por la que se pasa agua, y no se tapa, poco a poco, esa pequeña grieta logrará inhundarlo.
Además, muchos cambios en la vida se consiguen con pequeños hábitos, constantes. Sólo uno de ellos, es insignificante, no se nota, pero sin ese uno, sin ese inicio, sin ese siguiente, etc. no se conseguirían. Muchos cambios en la sociedad se consiguen con pequeños pasos uno tras otro. Como un bebé que quiere comenzar a andar, o a hablar. Todo es una sucesión de muy pequeños gestos, repetidos muchas veces. Cómo una caricia puede hacernos sonreír; cómo una pequeña sonrisa, puede provocar el reflejo de otra en la cara de otra persona,...
Hay muchos ejemplos claros de lo importante que son las pequeñas cosas. Apreciémoslas. Apreciémoslas antes de que nos demos cuenta de ellas cuando ya no estén.