Todos los domingos, más o menos temprano, hago un recorrido fijo con el coche para acercar a un familiar a un sitio. El quién y el a dónde no es lo importante. Casi nunca hay mucho movimiento a esas horas, y por esas calles. A veces alargo un poco la ruta, disfrutando del paisaje quieto y dormido, pensando en cómo empezarán el día en cada casa, los sonidos, los olores, ... Voy acompañada por mi inseparable música, indudablemente, que según suene, parece como que te ayuda a empezar el día con un ánimo u otro. En estas fechas, incluso ya suele haber algunas nieblas, que hace que todos los paisajes sean más especiales, como un poco románticos o misteriosos, o a veces hasta tristes. En concreto, en esta ocasión, lo que había eran charcos de estar lloviendo toda la noche (una noche ideal para ver una buena peli bajo la mantita o para leer una novela de suspense como las de Carlos Ruiz Zafón) y hacía bastante frío, pues todo estaba mojado y todavía no había calentado lo suficiente el sol.
Mi sorpresa fue al arrodear la esquina, para hacer la habitual parada, como todos los domingos, y encontrarme...con una churrería móvil. (Vaya cosa diréis...) Pues sí. ¡Con el frío que hacía, qué gustito un chocolate con churros calentitos! Incluso, recuerdo, que me eché las manos a la cabeza en plan "¡pero qué es ésto que hay aquí!" Jejeje. Encima, no había colas, había un montón de aparcamiento, y todo estaba recién hecho, humeante, desprendiendo el calorcito como en los dibujos animados,que va directo a cogerte de las naricillas para guiarte hasta ellos...
Normalmente, en donde vivo que es un pueblo pequeño y sólo hay una churrería a donde lógicamente va todo el mundo, se da fatal de aparcar, incluso la gente aparca en las esquinas perjudicando gravemente la visibilidad y los giros, hay que hacer cola si no vas a una buena hora, etc. por lo que pensarlo sólo ya da bastante pereza.
Y yo que iba pensando qué iba a desayunar... no me lo pensé dos veces... qué suerte llevar algo de dinero para aprovechar esa oportunidad y empezar con energía el día. Y ya, si se puede compartir con alguien que tampoco lo esperase, como también fue en este caso, doble sorpresa.
En ese momento, ni me percaté de haberles hecho una fotillo o algo para subirlas al blog, pero evidentemente, esto tenía que ser publicado en el apartado "cosas que le hacen a uno sonreír..." jeje, qué poco necesitamos a veces para alegrarnos el día... ¿no creen?
Mi sorpresa fue al arrodear la esquina, para hacer la habitual parada, como todos los domingos, y encontrarme...con una churrería móvil. (Vaya cosa diréis...) Pues sí. ¡Con el frío que hacía, qué gustito un chocolate con churros calentitos! Incluso, recuerdo, que me eché las manos a la cabeza en plan "¡pero qué es ésto que hay aquí!" Jejeje. Encima, no había colas, había un montón de aparcamiento, y todo estaba recién hecho, humeante, desprendiendo el calorcito como en los dibujos animados,que va directo a cogerte de las naricillas para guiarte hasta ellos...
Normalmente, en donde vivo que es un pueblo pequeño y sólo hay una churrería a donde lógicamente va todo el mundo, se da fatal de aparcar, incluso la gente aparca en las esquinas perjudicando gravemente la visibilidad y los giros, hay que hacer cola si no vas a una buena hora, etc. por lo que pensarlo sólo ya da bastante pereza.
En ese momento, ni me percaté de haberles hecho una fotillo o algo para subirlas al blog, pero evidentemente, esto tenía que ser publicado en el apartado "cosas que le hacen a uno sonreír..." jeje, qué poco necesitamos a veces para alegrarnos el día... ¿no creen?
No hay comentarios:
Publicar un comentario