Es muy común que entre amig@s se manden mensajitos graciosos, para alegrarle a uno el día, para mantener el contacto, para recordar lo importante que es la amistad, para provocar una sonrisa... hasta que llegas al final del mensaje, que te encuentras con que es una cadena.
Al principio de todo, nos llegaban las "cadenas" por email (y aún siguen) y por mensajes en el móvil. Luego pasaron a hacer cadenas por todos los medios y redes sociales que han ido surgiendo, hasta el día de hoy, a los washaps.
A nadie nos gusta recibir cadenas. Pero, si son tiernas, o emotivas, o incluso si dicen algo que estimamos como "verdades universales" o cosas que todos hemos podido sentir, casi todos pecamos de reenviarlas, mandando con ellas nuestros buenos deseos para la otra persona que queremos que sea el próximo receptor de ésta, obviando (u olvidando) el final de "si no envías esto a tantas personas..." (a no ser que todavía tengas amig@s tan porculeros que lo hagan con el fin de colapsar tu celular o que te arruines el saldo, aunque ahora con el washap no cueste).
Esta semana, entre otros, he recibido uno, con el cual os invito a reflexionar, que dice:
"Aprendí que quien no te busca, no te extraña, y quien no te extraña, no te quiere.
Que la vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda.
Que la verdad duele una vez, y la mentira duele toda la vida.
Por eso, valora a quien te valora, y no trates como prioridad a quien te trata como una opción."
A primera vista, parece muy bonito. Pero... ¿realmente podemos hacer esto? Es decir, sí somos dueños de nuestra propia vida y tomamos nuestras propias decisiones, pero, a veces los sentimientos y la razón van por separado, y es muy difícil ser coherente con ambos. Y es que hay cosas en la vida, que son difíciles de aprender...
"Aprendí que quien no te busca, no te extraña, y quien no te extraña, no te quiere". Me harté de, con otras palabras, expresar esto en otra época. He comprobado que no soy la única persona a la que le ha pasado, y eso me alegra. A veces nos cuesta mucho darnos cuenta, porque aunque no nos extrañen, ni nos busquen, si nosotros sí extrañamos, seguimos buscando, desinteresada y ciegamente, dándonos cocotazos contra la misma pared una y otra vez. Porque, hasta cierto punto, ¿qué importa si la otra persona no nos busca, si nosotros la seguimos queriendo? Seguro que todos tenemos algún amigo o amiga, a quien los años, la distancia, ese no buscar... ha hecho que, tristemente, dejemos de extrañar. Y que, en un pasado, hayamos apreciado tanto que nos haya costado aceptar el hecho de que no nos busque.
"La vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda". Ojalá fuera así... Yo creo que es casi lo contrario... A la primera parte, no le daré tanta importancia, pero de la segunda, opino que uno no decide quien se queda en su vida... Eso es cosa de dos, como mínimo.
Hay ocasiones en que la vida nos ha puesto delante a una persona maravillosa, una oportunidad que conocer, y no se ha mantenido, aunque uno quisiera. Porque esa persona también tiene que querer. No podemos obligar a nadie a quedarse en nuestra vida... ¿Y si esa persona, que tú quieres que forme parte de tu vida, no quiere formar parte de ella?
¿Y si, por el contrario, alguna persona quiere que tú no formes parte de su vida, y tú te empeñas en seguir? Aquí (relacionado con la frase anterior) podemos confundirnos, con que sean unos despistados y no te busquen, pero sí te aprecien, o con que estén dejando a propósito pasar el tiempo y las distancia para forzar esa separación, hasta que te des cuenta y te canses de ir detrás.
¿Y si alguien más quiere que formes parte de su vida, y tú todavía no te has dado cuenta? ¿Te compromete a quedarte un poco el hecho de saber que esa persona quiere?
Existe otra frase muy relacionada con ésta, para reflexionar, que dice: "Si alguien quiere ser parte de tu vida, lo será. No pierdas el tiempo guardando espacio para quien no hará el esfuerzo en quedarse."
Qué decir, de las personas que se han ido, ya no a otro sitio terrenal, sino a uno más allá, que esas, evidentemente, sí dependen de nosotros mismos que sigan en nuestra vida con nuestros recuerdos.
"Que la verdad duele una vez, y la mentira duele toda la vida." Hay mentiras que duelen, indudablemente, y que duran toda la vida, pero hay verdades que también. Pues, no porque sea verdad deja de ser doloroso, de hecho, también se dice que "duele más la verdad que la mentira"... Si no hay un proceso de aceptación, de cambio, de superación, de perdón en muchos casos, (incluso el olvido es un proceso en sí mismo), las verdades dolorosas viven para siempre.
Por eso,
"valora a quien te valora, y no trates como prioridad a quien te trata como una opción." Puede que esta afirmación sea la más importante de las comentadas, y la más coherente. Pero, como hemos dicho, cuesta mucho darse cuenta de algunas cosas, ... Si nos empeñamos en no ver que nos tratan como una opción, y no queremos dejar de tratar como prioridad a esa persona, no saldremos de ese bucle, que, probablemente, nos genere más odio que amor. Es cuestión de abrir los ojos, darse cuenta y actuar en consecuencia. Y a veces también, de amor propio.