miércoles, 11 de abril de 2012

"Siempre puedes borrarlo..."

A veces, cuando las cosas nos salen mal, al igual que cuando nos sale un borrón en nuestro relato, o en nuestro lienzo, querríamos borrarlas: cosas, personas, días... ¿Quién no querría borrar algo de su vida? Me sorprendió mucho encontrar esta historia, con una trama entre lo "mágico" mezclado con lo cotidinao, y con lo trágico, pues abusar de la "magia" también tiene sus consecuencias... puede ser peligroso.
Nuestra vida es como es, con sus pros y con sus contras, con sus éxitos y sus fracasos, con días buenos y días malos que desearías que no hubiera existido nunca, con sus flores y con sus borrones, con sus "angelitos de la guarda" y con personas que algunos tienen en su "lista negra" mental... y hay que aceptarla así, y aprender a convivir con ello. Con la aceptación comienzan muchos cambios.
Enfrentarse a la realidad tal y como es, me parece un acto de madurez. Otra es quitarle importancia a cosas que nos afectan sin necesidad, o "adornar" la realidad para que nos resulte más agradable... pero quitársela a cosas que sí la tienen, tampoco es justo.
Esta historia juega con el mundo entre lo "maduro" y lo "infantil" como la actitud de un niño de borrar lo que no le gusta... es placentero en un principio, y a pesar de que nos guste ser niños, experimentar,... ojo!! aprenderos la lección de lo que ocurre al final. Me removió algo por dentro porque no esperaba que se desarrollase así, me intrigó su misterio y eso es algo que aprecio en una historia, que te emocione, que transmita algo... Me gusta mucho porque se pueden extraer varias conclusiones, para compartir con adultos, incluso con niñ@s. :)

Hace tiempo que lo leí. Dejo el link por si queréis visitar más cosas de ese blog, pero copio la historia por si alguna vez desaparece de ahí y no la podéis encontrar.

UN SENCILLO LÁPIZ DE MADERA

Me encontré la cajita en la puerta de casa. Era de un cartón sencillo y llevaba una simple etiqueta blanca con la palabra “SoulEraser”. No parecía peligrosa pero sí que me resultó muy raro encontrar un paquete en el felpudo del IKEA ( no me había podido resistir a lo de “Bienvenido a la República Independiente de Mi Casa”). Así que primero me agaché, alejada del paquetito y leí la etiqueta. Me acerqué un poquito más , pero no observé nada extraño. Me incorporé y le dí un golpecito con el pie. Comprobé que era liviano y sentí una especie de alivio interior. Ya más confiada, la cogí y la agité . Había algo poco pesado que hacía un ruidito especial. Desde luego, no era metálico. Lo agité un poco más , situándolo cerca de la oreja y de una forma ya confiada, decidí que lo abriría en casa , que no era peligroso.
En el interior, protegido por un papel esponjoso, había un sencillo lápiz de madera con una punta de goma de borrar. Lo miré por arriba y por abajo. Le dí la vuelta, toqué la goma y presioné la mina de carbón. No parecía nada más que un sencillo lápiz de madera como los de toda la vida pero , en vez de poner Staedtler, allí , en letras marrones, habían grabado SoulEraser.
Lo dejé en un tarrito en el que iba acumulando lápices y bolígrafos , olvidado entre sus amigos de colores, hasta que un día lo cogí , distraídamente, para tomar nota de un teléfono.  Se quedó por allí encima y , esa misma tarde, me ví inmersa en una larga charla telefónica con una compañera de trabajo en la que me informaba de las últimas noticias de la empresa. Yo optaba a una promoción interna que estaba segura que no me iban a dar, ya que mi rival  era la mano derecha ( y se decía que más cosas) del jefe de departamento que iba a tomar la decisión. Mientrás escuchaba los cotilleos, iba dibujando tontamente . Pelo largo, ojos saltones… Sin querer, me iba saliendo una caricatura infantil  de mi archi-enemiga laboral( lo mio no había sido nunca el dibujo) . Cuando colgué el telefono y ví mi obra de arte, no se me ocurrió otra cosa que empezar a borrarla. Le dí la vuelta al lápiz y froté el papel hasta que se llenó de migas de goma que después tuve que sacudir de mis pantalones. Después lo arrugué y lo tiré a la papelera.
Al día siguiente, mi competencia directa para optar al ascenso había desaparecido de la faz de la tierra.  Nadie sabía nada de ella. No-Nadie-Nada.
No diré que no me apenara aquella extraña situación pero ya aposentada en mi nuevo cargo en el Departamento, tampoco es que me preocupara mucho lo que le había pasado a aquella mujer. Pero, a menudo, cuando pensaba en ella ( no podía controlar el discurrir de mis pensamientos), mi cerebro conjuraba la imagen de aquel dibujo grotesco …
Unos meses más tarde, me encontraba sentada en la mesa de la cocina tras una pelea con mi novio. Era domingo y él se había ido al fútbol con los amigos. Lo de “ir al fútbol” era un concepto muy amplio temporalmente : por la mañana, se iba a jugar con los amigos. Por la tarde, iba a ver el partido y por la noche, se tomaba unas cervezas viendo la repetición de las mejores jugadas… Después de media liga, Copa del Rey y Champions, la cosa había estallado… Irritada y aburrida,  con una taza de café en mis manos y leída ya toda la prensa del día, empecé a juguetear con un papel y el “sencillo lápiz de madera” que seguía estando rodando por mi encimera. Dibujé su cabezota calva , el horrible bañador de flores (tipo hawaino) , la forma abultada de las pantorrillas y el tatuaje que se había hecho en el tobillo ( en un ataque Ibiza-Gilipollas) del escudo de su equipo de fútbol. El dibujo, una vez más, representaba una figura grotesca de trazo no muy delicado. Me dí cuenta que lo de dibujar mal era poco calificativo para mí. Lo mío era “tremendo”. Así que, le dí la vuelta al lápiz y… a borrar.
Mi novio no volvió jamás a casa. Nadie lo vió tras el partido. No-Nada-nadie.
Identificado el “causa-efecto” me dí cuenta que tenía un poderoso y sencillo lápiz de madera con la punta de goma de borrar.
Y podía borrar a las personas…
Así que ,me dediqué a dibujar a muchos y a muchas y a borrarlos con especial dedicación.   Es posible que si el lápiz hubiese caido en otras manos dibujantes, la cosa hubiese sido distinta pero … me llegó a mí. Al felpudo de mi puerta.
Soy una persona muy volátil. No soy malvada pero sí un poco inestable. Lo que pasa es que lo disimulo muy bien. Si me cabreas, te dibujo y te borro. Lo que pasa, es que no soy rencorosa y después, me sabe mal haberlo hecho. Si las personas no se borraran de verdad, no pasaría nada. Serían papelitos arrugados en mi cubo de la basura pero resulta que tengo el sencillo lápiz de madera y …yo…puedo borrar.
Mi madre me criticó por mi actitud cuando mi novio desapareció. Me llamó indecente por haber salido a tomar unas copas con mis nuevos compañeros de trabajo ( los que no interesaban, ya habían sido borrados de mi vida) así que la dibujé y la borré. Hice lo mismo con mi mejor amiga cuando me acusó de estar desequilibrada y obsesionada con mi sencillo lápiz de madera.
Borré y borré hasta que dejé el sencillo lápiz de madera con la goma de borrar en las últimas.  Y con esto llego a hoy. Al ahora mismo.
Estoy sola. Completamente sola. Borrando y borrando se me ha ido la mano y ya no queda nadie reconocible en mi entorno. Nadie con quién compartir los recuerdos. No-Nada-Nadie.No quiero seguir aquí.No hay nada. No hay nadie…
Así que te tomado una decisión y he decidido borr…
(…)




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